jueves, 24 de octubre de 2013

Burgess y su naranja mecánica

Anthony Burgess, el autor inglés que se puso a escribir como un loco cuando le diagnosticaron un tumor cerebral por el que no le auguraban muchos más tiempo de vida, y es que los médicos le estipularon un año. Con la intención de dejarle algo de dinero a su mujer, escribió a un ritmo frenético que continuó a lo largo de toda su vida, llegando a tener publicados gran número de textos. Alcohólico reconocido y con una forma de ver la vida algo liberal, Burgess pasó por gran número de acontecimientos que lo dejaron marcado, uno de los más importantes, la violación por parte de tres miembros del ejército americano de su mujer, que estaba embarazada y perdió el hijo. Este suceso le llevó a escribir "La naranja mecánica" años más tarde, novela por la que se le conoce, y que siempre sería su cruz, como él mismo dijo más tarde, pues estando más orgulloso de otros escritos, será este siempre el más recordado (mucho tuvo que ver Kubrick y su adaptación a la gran pantalla con esto, como apunta el propio Burgess en la introducción que precede a esta novela).

En "La naranja mecánica" se nos cuenta la historia de Alex, Vuestro Humilde Narrador, un joven que vive en un círculo de violencia extrema que no conoce límites y que no deja de aumentar. Aunque en un principio pueda parecer una historia violenta por el simple hecho de serla (carnaza para el público, vaya), la verdad es que tiene una profundidad enorme. El tema central y al que alude el título de la misma obra es el libre albedrío y la coacción de la libertad, así como la madurez y la evolución que sufre toda persona con el paso del tiempo. Dividida en tres partes de siete capítulos cada una, en la novela podemos ir viendo cómo evoluciona Alex, cada vez a una tonalidad más oscura del negro, hasta el increíble capítulo 21 (que cierra el libro) y que en palabras del propio Burgess, es decisión personal de cada uno decidir si encaja con el resto de la novela o no, "Coman esta porción dulce o escúpanla. Son libres". Y es que según parece, la versión americana de la publicación no cuenta con este último capítulo, y tampoco lo hace así la adaptación de Kubrick, lo que me entristece enormemente, pues para un servidor, es este último capítulo el que redondea la obra, dejando un mensaje alentador de redención, evolución y paz para el personaje.

En definitiva, un libro que no olvidaré por muchas lecturas que lo pisen, me ha impactado mil veces más de lo que esperaba y me alegro de tenerlo en formato físico, pues será varias veces releído. Espero verme la famosísima adaptación de Kubrick dentro de poco para poder comparar ambas versiones. Y me despido utilizando algo del lenguaje nadsat que inventó Burgess para esta obra: "Oh, mis dulces drugos (amigos) y bratos (hermanos), tenéis ante vosotros una novela realmente joroschó (buena) que no dejará indiferente a vuestra golová (cabeza)".

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