La Fiesta Del Chivo: Dictadura Dominicana

   Si te pregunto qué es lo que sabes sobre el régimen dictatorial que sufrió el pueblo dominicano bajo la regia mano del general Leónidas Trujillo, probablemente me respondas bostezando que lo mismo que sabes sobre la reproducción asexual de la medusa malaya, cosa comprensible, salvo casos excepcionales: Como que seas dominicano; que lo hayas estudiado en clases de historia; que conozcas a alguien que viviera el régimen trujillista; o que simplemente vieras un documental sobre esto en horario postalmuerzo mientras yacías en el sofá en la grata posición de cúbito supino, pensando en las musarañas.

   En “La Fiesta del Chivo”, se nos cuentan tres historias de forma simultánea, pero bien separadas por el tiempo: Por un lado conoceremos a Urania, hija de uno de los grandes exponentes políticos del régimen trujillista, quien, años después de que las cosas se normalizasen, vuelve a su natal Santo Domingo (Ciudad Trujillo durante los años del régimen) para ver a su padre enfermo y enfrentar a los viejos fantasmas que la rodean, traumas y sucesos pasados que no ha sido capaz de superar con el tiempo. Por otro lado, se nos cuenta el último día de Trujillo, desde el momento en que abre los ojos, hasta el punto de no retorno para su carrera, los pensamientos que tiene a lo largo del día, y las decisiones que toma antes de su colapso. Por último tenemos la más curiosa de las tres líneas narrativas, la de los asesinos de Trujillo, que esperando pacientemente en un coche, tendrán conversaciones sobre la vida, y en forma de recuerdos nos contarán cómo crearon este movimiento para acabar con “El Generalísimo”, y las interminables horas que pasan dentro del vehículo, además de las consecuencias de sus actos.

   Siendo una persona poco entusiasta de la historia contemporánea, bastante descuidado de temas políticos, y primerizo con la obra de Vargas Llosa, esta novela podría no parecer la mejor de las publicadas por este para empezar con su obra. Nada más lejos de la realidad… Con un estilo ameno y un control total de nuestra lengua, Vargas Llosa demuestra ser todo un profesional en lo que hace, escribir. El lector se dará cuenta al leer las primeras páginas de que está frente a una máquina bien ajustada capaz de juntar letras como sólo saben hacerlo los maestros. Y es que, siendo un tema que de primeras no me llamaba la atención en lo más mínimo, supo envolverme y mantener mi interés durante casi todo su recorrido. Y es que como única puntilla puedo, personalmente sacarle, que el ritmo se pierde en la última parte del libro, una vez “ha pasado lo gordo”, y que no es hasta las últimas páginas, cuando Urania Cabral comparte el mayor de sus traumas, cuando uno cierra el libro por la última página y sabe que ha tenido la suerte de haber asistido a un gran espectáculo. Siendo lo primero que he leído del gran novelista peruano, sólo me resta asegurar que volveré a leerle de nuevo. Estoy seguro de que me quedan muchos grandes momentos leyendo gracias a este hombre. Literatura en estado puro. Muy recomendable.